Un techo después de llover

(2012) Intervención  –  patio  –   Galería Nueveochenta.

Above

Humedad, charcos, vapores, trastos abandonados en algún rincón poco planeado, alambres, cables y tiras de dudosa materialidad enmarañadas aquí y allá. El resplandor plateado del sol sobre la superficie. Insoportable de mirar. Restos de lluvias acumulados en cada irregularidad de la superficie, a punto de filtrarse hacia el abajo. Y los pájaros, siempre.

Un techo. Uno y todos los techos.

Techo- planicie-superficie-paisaje. Extensión emparchada donde brillo y opacidad se alternan caóticamente y nos devuelve una imagen  erosionada de esta espacialidad rota. La precariedad se hace presente, otra vez. Y está desbordada en su propio olvido. Pero existe una actividad singular y secreta desplegada cotidianamente  por quienes habitan este espacio de intemperie y quietud.

Somos intrusos en este ecosistema artificial, y testigos de los restos que dan cuenta del abajo. Caminamos la superficie intransitable de un arriba simulado, donde  lo real y sus fantasmas   se encuentran en un diálogo imposible. Buscar señales de esa vida imaginada es inútil. Y añoramos la vida inalcanzable de un abajo que nos es negado.

Estamos por encima de otras vidas, pasadas, presentes, desperdiciadas, importantes, intrascendentes; siempre inaccesibles. Ahora nos disponemos a transitar por encima, cuidando de no tropezar con los restos, simulacros de vida en un techo cualquiera. Ahora somos trasto olvidado y pájaro azul.

Caminar por encima es renunciar al techo. O elegir el cielo como límite.

Karina Maddonni

Buenos Aires, enero 2012

Patio de la Galería Nueveochenta antes de la intervención